Sunday, October 3, 2010

Amanecer de una noche de Verano

Amanecer de una noche de Verano
Por: Darío Valle Risoto


Aquella mañana la espaciosa casa de mi primo Antonio estaba llena de gente por todas partes, amigos y familiares políticos y de sangre se encontraban cual refugiados de guerra durmiendo sobre colchonetas, camas y hasta en el césped del jardín. Era verano pero realmente no recuerdo bien el mes ni el año pero sí que se trataba del día siguiente a navidad o fin de año.
A mí me había tocado dormir en el living y me desperté acuciado por la sed, había bebido más de la cuenta aunque no creo que me haya emborrachado lo suficiente para hacer lo que hice sin haberlo meditado, pero lo hice.

El resplandor de un hermoso sol de verano, sol de diciembre o enero que entraba lamiendo los rostros y los cuerpos de muchos hombres, mujeres y niños desparramados por todos los lugares posibles me había vuelto a la realidad de que no estaba en casa, me levanté, desde luego que como la mayoría de la gente estaba vestido pero hacía el calor suficiente como para soportarlo además de estar rodeado de otras personas.

Junto a mí se encontraba el hijo de mi primo que tendría unos siete años en ese momento, dormía abrazado de un niño desconocido y a sus pies un perrito me miraba con sus ojos de bolitas negras, éramos, creo, los únicos despiertos en ese momento.

Cuando me levanté me tuve que sostener de una de las blancas paredes hasta que mi vista se acostumbró a la ausencia de mis lentes que por suerte estaban a salvo sobre un cristalero, cuando trataba de encontrar la cocina y la salvadora heladera vi que en el living dormía una mujer. Bueno, mucho más gente en realidad pero sobre el sofá más grande había una única mujer.
¿Quién era? Creo que la había visto antes en la fiesta pero en realidad yo había pasado mucho tiempo conversando con mis primas o ayudándolas a lavar los platos luego de la comida, dada mi absoluta ineficacia para jugar al truco, deporte que los uruguayos suelen ejercer si no pueden jugar al fútbol.
Pateando vasos de plástico o aplastando restos de torta con mis medias ya completamente sucias me quedé extasiado con esa imagen etérea de mujer joven con aspecto de hada celta: pelirroja y extremadamente delgada que dormía plácidamente mientras el sol que abrumaba desde la ventana parecía acunarla en un hermoso fulgor fantástico.

Entonces fue que hice algo que dentro de mis cabales nunca en mi vida había siquiera pensado, eso me hace dudar de la cantidad de licor bebido en la fiesta o de que no recuerde del todo bien las circunstancias pero acercándome lentamente y tras sentir su delicado perfume la besé en los labios.
Ella entreabrió la boca y entonces por el breve lapso de algunos eternos segundos navegué por el mar cómplice de una aventura inescrupulosamente increíble. Cuando me retiré a la cocina el corazón me bombeaba como para matarme y estaba completamente mareado.

Creo que tomé aproximadamente un litro de coca cola con hielo y me lavé la cara en el lavabo de la cocina como cuatro veces antes de regresar al living para encontrarme a esa desconocida sentada en la cama con sus cabellos cubriéndole los hombros llevaba una camisa que creo que era amarilla, y jeans cortos pero no lo recuerdo bien. Eso si, estaba descalza y tenía unos pies perfectos.
___ Buen día. ___Me dijo sonriendo.
___ Buen…
___ ¿Me besaste?
___
___ ¿Me besaste? ¿No?
___ Perdóname, creo que aún estoy borracho.
De verdad no se cuantos años hace de aquella ocasión en que me sumí en la sensación de no estar arrepentido para nada de haber hecho un acto vandálico de esos que nunca me hubiera imaginado con una mujer dormida, dada mi incurable caballerosidad eso equivalía a una violación para mis sentidos.
Me invitó a sentarme a su lado y entonces me resarció de mi soberbia con otro beso pero mucho más insinuante, tal así que nos quedamos dormidos abrazados hasta que un par de horas después toda la casa comenzó a despertar y entre ladridos de perros, el sonido insoportable de una radio con cumbias y las carcajadas de la gente me encontré solo en el sofá de la casa de mi primo Antonio.
Fue inútil preguntarle prácticamente a todos quién era esa pelirroja extraordinaria que había encontrado a la mañana, algunos lo adjudicaron a la bebida, otros a que había jalado coca con los secuaces de Ricardo en el jardín pero nada de eso.

Nunca más he vuelto a encontrarla, ahora les cuento esta historia porque acabo de soñarla esta noche aunque creo que en realidad ella tenía el cabello negro y corto, la verdad que no lo se exactamente.

FIN

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