Saturday, May 29, 2010

La Televisión: ¿Caja Boba?

Televisión
¿La caja boba?
Por: Darío Valle Risoto

Cuando se suscitaron las primeras clases en comunicación, más precisamente en la materia de “Radio y televisión” el primer debate que se inició fue sobre la importancia y los efectos nocivos de la televisión, uno de los alumnos más airados pretendía poco más que censurar la mayoría de la programación y supongo que instauraría lo que el pensaba que era bueno para la gente.
Esto no sería importante, pero en Uruguay hace tiempo y sobretodo después del gobierno de izquierda que se comienzan a manifestar movimientos en ese sentido, desde la censura hasta un comité de eruditos que decidan que porcentajes de programación deberían ir dedicados a tal o cual asunto, claro, desde luego, usted está de acuerdo conmigo: Esto huele a podrido.
Vuelvo al tema de aquellos debates famélicos de una mayoría que denostaba a este aparatito que se multiplica en nuestros hogares, el profesor dejó que todos discutamos y al final nos hizo una importantísima aclaración: La Televisión se puede apagar.
Probablemente ustedes sean (espero que no), de aquellas personas que no bien entran a su casa encienden el aparato y hasta lo tienen encendido aunque lleguen visitas, tengan que almorzar o haya una tía moribunda en la otra habitación. No, usted no es un loco, lo que sucede y cito al mismo profesor: “La televisión es una amante que nos pide atención absoluta, mientras que la radio no”.

Como elemento audiovisual ejerce un efecto sedante y/o narcótico en la audiencia, para solventar esto se requiere de ciertos efectismos de los que abundan en los medios, desde los noticieros, pasando por las telenovelas, magazines, etc., todos los programas buscan una sola cosa:¿La Cultura?, ¿Informar?, ¿Educarnos?....No seamos ingenuos, la única y absoluta meta de la mayoría de la programación televisiva está abocada al rating, porque la idea es que haya la mayor cantidad posible de televidentes que están a tiro de la inagotable oferta publicitaria y propagandística que les reporta a sus propietarios sus suculentas ganancias.
De todos modos más de cincuenta años de historia han hecho que el producto tenga una estética particular y salvo raras excepciones no siempre afortunadas, esto no se toca, sabemos lo que tenemos adelante pero aún así ejerce el mencionado efecto narcótico en la audiencia.
El televidente medio es el hombre común que se sienta para ver lo que el cree es la realidad del mundo que le rodea, sin embargo recibe una versión plana, acotada y absolutamente parcial de esta que siempre y reitero: siempre es manipulada por los que detentan la propiedad de los medios.
No quiero decir con esto que haya un fin maquiavélico en dicha manipulación, que puede haberlo, sino que estamos frente a un formato que requiere cada vez más velocidad, dinamismo y exaltación del mensaje aunque este sea un perro perdido en nuestro barrio.

La televisión ha creado una particular estirpe de personajes mediáticos
que si nos los enfrentáramos en nuestro quehacer cotidiano probablemente tomaríamos por retardados mentales, aún así frente a las cámaras se ejerce un espectáculo donde el tonto se vuelve sabio y el científico un idiota, tampoco faltará lugar para una incesante y variopinta fila de personajes bizarros cuando no siniestros, todo es válido en la TV y esto no es cosa de ahora, sucedió durante toda su breve pero lapidaria historia.

El ciudadano que apenas tiene tiempo para leer un libro, si tiene horas para sentarse frente a una ventana electrónica que le muestra una versión como anotamos antes, parcializada de la realidad, continuamente es bombardeado por significados que reestructuran sus costumbres, sus actitudes y a veces su conducta y si bien la intención de entretener es importante, muchas veces se sacrificarán valores fundamentales para lograr esto.
Lo que se escucha y observa en la televisión es la verdad, la realidad última de su mundo y con esto alcanzará siempre y cuando el ser común y masificado no busque más respuestas y trate de conseguir versiones completas de uno u otro tema, para lo cual hace falta… ¿Qué hace falta?Entre otras cosas un espíritu crítico y la capacidad de interpretar y reinterpretar estos mensajes formateados para colorear o despintar un mundo que se mostrará mucho más cómodo en blancos y negros alejándonos de otras posibilidades.
Una victoria personal, fue la de aquel sábado hace años en que prendí al televisión a las once de la noche y una constante conquista en pro de un intelecto más amplio, seguirá siendo aprender a convivir con este emisor de rasgos socializantes que es solo una mínima parte de la realidad.

Ustedes tienen el control, no ellos.

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