Saturday, May 2, 2009

Una Noche Caliente (Cuento)

Una Noche Caliente (Cuento)
Por Darío Valle Risoto

Pedro y Leandro decidieron ir a bailar un sábado a la noche, no era en realidad su costumbre, eran dos amigos de gustos tranquilos, preferían el cine o quedarse en casa de uno de los dos viendo tele, pero a los veinte años la cosa se pone difícil cuando no se tienen chicas por más que uno lo intente y lo intente.
Leandro, el más avispado de ambos veía de mal en peor con su relación con su novia: Adriana, Pedro se lo había advertido pero hasta que no la vio con sus propios ojos salir con otros chicos no había escarmentado.
Hombres son hombres y su viejo le dio unos pesos “para que salga”, en principio le sugirió que vayan directo a los bifes y se metieran en un buen kilombo para sacarse las ganas, pero en esa época los pibes eran dos románticos irredentos.
___Tenemos unos trescientos cuarenta pesos entre los dos. ___Dijo Pedro mirando los billetes bien separados sobre el escritorio mientras Leandro intentaba elegir una de sus tres camisas.
___¿Qué te parece la roja?
___Que yo con un trolo no voy a bailar.
Se la quitó con cara de pocos amigos y eligió la de tela jean, a fin de cuentas era la que más le gustaba y la blanca tenía un poco de roce en el cuello.
___¿Vamos al Radio Hurts?
___No te hagas el vivo, vos sabes bien que allí va la loca de tu ex novia, esta noche salimos para buscar unas gatas nuevas que bien que nos hace falta. Vamos a ir aun baile tropical.
___¿Queeeeeeeeeee? ____Dijo Leandro asombrado de esa idea del tranquilo Pedro, que no le gustara su camisa roja era una cosa, pero ir a un baile tarraja otra muy diferente.
___Claro, allá me dijeron que las minas van a divertirse y a buscar sexo y no como en el Radio donde parece que las taradas solo quieren vernos sufrir.
Pedro se rascó la cabeza pensativo, nunca en su vida había entrado a un baile tropical, sabía que era una especie de lugar de otro planeta por las cosas que les escuchaba decir a sus tíos y a los pibes del taller mecánico de la esquina, pero tampoco podía desechar la idea de que en verdad todos coinciden en que...
___Todas putas macho, todas loquitas por llevarnos a la cama. ___Dijo mientras se ponía una horrible camisa satinada que había traído en la mochila desde su casa.
Y allí salieron cargados de expectativas y mucho perfume y sin pensarlo demasiado entraron a la gran pista del “Coco Loco” al ritmo de cumbias y cuartetos argentinos. Cada vez que Leandro intentaba mover su cintura al ritmo de ese sonido machacón se sentía un completo idiota.
Pensó en decirle a su amigo en que la mitad de los tipos parecían narcotraficantes y el resto presidiarios pero no lo quiso asustar, con su propia cobardía le alcanzaba, cuando entró al baño y vio a dos gordos jalando cocaína y a un transvesti peleando con un flaco por un encendedor pensó en que estaban fritos.
El sudor mezclado con diversos perfumes de poca calidad más un par de borrachos dándose golpes debajo del escenario no evitaron que subieran: “Dandy Torres y su banda”. Pedro y su amigo nunca habían visto un grupo de personas más ridículas sobre una tarima y tampoco creían la enorme cantidad de mujeres sudorosas que agitaban con canciones tales como: “Dame mi gorilita”, “La gorda Carlotta” y “Sosteneme el Bicho”.
Casi al final de la noche cuando unos policías se llevaban a un grupo de mamados, un tipo con la cabeza rota con un botellazo y a una muchacha con un corte de navaja que había salido del baño pensaron en irse.
Afuera amanecía y tanto Pedro como Leandro sabían que nunca en su vida iban a intentar insertarse en ese experimento social, hasta que la luz del amanecer iluminó a dos chicas que se les acercaban sonrientes.
___Hola, ¿Nos llevan a casa?, ¿Tienen auto?
Una era alta, flaca y bizca, la gorda era renga, pero algo era algo y no se iban a perder la experiencia.
FIN

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