La Princesa
Por: Darío Valle Risoto
En sus alas perdí la cobardía
y de su fruto bebí hasta cantar,
ella nada decía pero lo sabía
el amor es un mundo sin final.
Cada sueño nacía en el ocaso
y sus muslos guardaban el lugar
de los tiempos en que fui salvado
penetrando al túnel de la verdad.
Era un ángel desnudo y sin prudencia
se quejaba con sus piernas sobre mí
nunca supe como perdí mi conciencia
enamorado, hipnotizado como un chiquilín*
Y borracho vendí mi alma al cariño
de esa sirena con pechos de miel
y bailábamos desnudos como niños
bañados por un vino que nunca olvidaré.
Sus jadeos me contagiaban la fiebre
de estar vivo, respirando y sin ceder
yo le fui fabricando con promesas
un mundo puro que jamas pudimos ver.
Nota del autor *Chiquilín (Uruguayismo: Niño, pibe, botija, crío)
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