Por: Darío Valle Risoto
El otro día venía bastante cansado a bordo del colectivo y como quién no quiere miro por la ventanilla, apenas luego de dejar el viaducto por el paso Molino y veo a una nena ampulosa vestida de plástico negro con el cabello teñido de azul lamiendo un chupachup. ¡Casi me mato!. Lo cierto es que poco a poco esta fiebre del Cosplay llega a Montevideo y algunas adolescentes cariñosas y tal ves un poco loquitas andan por allí con el pelo rojo, violeta, azul, verde y vestidas como fantasías eróticas que pueden acabar con veteranos babosos (Si, ya se como yo). Para colmo hay colaboradores que parece que los mandó el enemigo y ahora abro este correo electrónico y el botón de Marcelo me envía como cuarenta nenitas japonesas que me hacen derretir el ratón de la computadora, chupar la pantalla y aumentar el colesterol.
¡Que vida che!... Bueno, acá algunas, me voy a tomar un Plidex.
¡Que vida che!... Bueno, acá algunas, me voy a tomar un Plidex.
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