Por: Darío Valle Risoto
Se trata este número especial del encuentro entre nada menos que Superman y Santa Claus, felizmente la historia queda en la nebulosa porque bien podría ser un sueño o un ardid de "El Juguetero", el villano de turno. ¿Quién sino?. Superman salvando a un niño del frío polar recibe un extraño rayo y cae inconciente para despertar entre la mirada de los duendes de Santa.
La dupla que quizás en la década de los ochentas mejor trató al ultimo hijo de Kryptón: Len Wein en el guión y nada menos que Curt Swan en los dibujos, digo nada menos porque fue con este último que conocí a Supermán desde niño y nunca pude desprenderme de ese estilo ya que después vinieron varios, incluso el último que de tan cuadrado parece un bloque y no un tipo.
No es de extrañarse que los yanquis que reinventaron la navidad y le dieron los colores de la Coca Cola a San Nicolás, también incluyeran en toda la parafernalia navideña una historia con Superman, por suerte Kal-El sale bien librado y lejos del ridículo y hasta el viejo de la barba blanca cae simpático. Interesantes los duelos entre los juguetes del malo y del bueno. y les reitero que la historia no pretende hacernos creer que existe ese viejo pedofílico que le regala dulces a los niños, sino que nos deja como una duda en el aire.
El comic es un aporte del Doctor Filkenstein a quién agradecemos.
La dupla que quizás en la década de los ochentas mejor trató al ultimo hijo de Kryptón: Len Wein en el guión y nada menos que Curt Swan en los dibujos, digo nada menos porque fue con este último que conocí a Supermán desde niño y nunca pude desprenderme de ese estilo ya que después vinieron varios, incluso el último que de tan cuadrado parece un bloque y no un tipo.
No es de extrañarse que los yanquis que reinventaron la navidad y le dieron los colores de la Coca Cola a San Nicolás, también incluyeran en toda la parafernalia navideña una historia con Superman, por suerte Kal-El sale bien librado y lejos del ridículo y hasta el viejo de la barba blanca cae simpático. Interesantes los duelos entre los juguetes del malo y del bueno. y les reitero que la historia no pretende hacernos creer que existe ese viejo pedofílico que le regala dulces a los niños, sino que nos deja como una duda en el aire.
El comic es un aporte del Doctor Filkenstein a quién agradecemos.
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