Saturday, April 17, 2010

Dos cuentos del Dr: Filkenstein

El Dr Marcus Filkenstein nos acaba de enviar dos cuentotes de aquellos que comparto con ustedes, disculpen el esceso de cultura en su gramática.

UN CUENTO DE OSOS
Garcia estaba muy emocionado con su nuevo rifle y se fue a cazar osos.
Se encontró con un pequeño oso de color marrón y le disparó.
Fue entonces que sintió un golpecito sobre su hombro y se dio vuelta para ver un gran Oso Negro, el cual le dijo:
- "Tienes dos opciones, o te golpeo hasta la muerte, o nos entendemos con sexo".
...Garcia decidió agacharse...

Aunque se sintió dolido por 2 semanas, rápidamente se recuperó y juró venganza.
Inició otro viaje para encontrar al Oso Negro, y cuando por fin lo encontró, le disparó y lo mató.
Entonces sintió otro golpecito en el hombro. Esta vez era un enorme Oso Grisáceo el que estaba a su derecha. Era más grande que el Oso Negro, y éste le dijo:
- "Esto te va a doler más a ti que a mi, pero tienes dos opciones, o te golpeo hasta la muerte o nos entendemos con sexo".
...Otra vez Garcia pensó que era mejor perder su dignidad, que su vida. ...

Aunque sobrevivió, pasaron muchos meses hasta que logró recuperarse.
Ultrajado, se dirigió de nuevo al bosque con una sola meta, venganza.
Logró encontrar la pista del Oso Grisáceo, lo ubicó, le disparó y lo mató.
Fue entonces que sintió un nuevo golpecito en el hombro, giró y vio un gigantesco Oso Polar que mirándolo fijo le dijo:

- "Aceptálo GARCIA, ...vos no venís a cazar ! ! !

Un hombre entra a un banco y le dice a la cajera, sin saludarla:

- Quiero abrir una cuenta en este banco de mierda.
Sorprendida, la cajera le responde:

- ¡Por favor, señor! Le ruego un poco de educación.
- ¿Ah, sí, tarada? ¿Y por qué no puedo hablar así? ¿Quién carajo sos vos, soreta, para impedírmelo?
La empleada, cada vez más sofocada y mirando a su alrededor,
continúa:

- Señor, se lo suplico, hable con corrección.
- Pero, ¿me entendés o no, pelotuda? Yo sólo te dije que quiero abrir una cuenta en este banco del orto.
La cajera, fuera de sí, se va y regresa con el gerente del banco, a quien había puesto al tanto de la situación.
- Disculpe caballero, ¿puedo ayudarlo en algo? - pregunta el gerente.
- Sí, pajero, claro que sí - le responde el tipo. - Me acabo de ganar 350 millones de dólares en la lotería y quiero abrir una cuenta en este puto banco.
- Ajá - responde el gerente - ¿Y esta conchuda lo está molestando?

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