Sunday, June 17, 2012

Los Suaves: Cuando se compone para gente que piensa

Los Suaves
Por: Darío Valle Risoto

Suele agobiarme el asco de escuchar en los colectivos uruguayos el paupérrimo gusto musical de conductores y guardas y eso no es nada cuando los medios de comunicación difunden grados proverbiales de basura musical sin gusto ni contenidos. Sé que puede ser la diversión un punto a favor por consumir frivolidades vacuas y pelotudas para no hacerce mala sangre o utilizar el cerebro que a estas alturas las masas ya deben tener atrofiado.

Pero habrá que saber buscar nuestros propios éxitos si queremos sobrevivir en un mundo de materiales de consumo que agreden a los más o menos inteligentes con insultos desmesurados al raciocinio más débil, por lo tanto comparto con ustedes solo una ínfima muestra de una tremenda canción, hermosa y dura como la poesía de quienes nos divierten pero con los ojos obligados a estar abiertos y las manos prontas a cambiar el mundo... para bien.

Sin empleo
Los Suaves


Por la mañana
llegas a la fábrica oscura y fría
La máquina está parada
triste desprende ruina
Del despacho baja el amo, dice:
"Hijos míos, no hay trabajo.
No hay pedidos, tengo que cerrar,
nada os oculto, me vienen a embargar
mañana".

Es el fin, todo ha acabado
Os miráis con espanto.
La máquina callada,
los puños apretados, pensando...
pensando.

Ya seis meses sin jornal
seguro "del paro" agotado,
dinero cobarde se esconde,
las empresas han cerrado.
Por la mitad del salario
te has ofrecido, es igual.
Tres millones de parados
estadísticas y tú uno más.

Por última vez lo intentas,
piensas pedir, tienes la mano.
También llegas hasta el puente
pero no puedes, tu hora no ha llegado.

Espera desesperada,
en el portal tu mujer.
Tiene el crédito agotado,
en casa no hay que comer.
¿Qué hay? pregunta cuando llegas.
tú no contestas y callas,
agachando la cabeza
subes pálido a la casa.

Tu hija arriba no duerme,
desde ayer no come nada,
cree que su madre ha bajado
a comprar pan a la tienda de al lado.

Entráis los dos en la casa,
la niña mira tus manos.
Sorprendida al no ver nada,
calla y se acuesta llorando.
El padre está en un rincón
cabeza entre las manos.
La madre calla, abre el gas,
ojos secos, se sienta a su lado.

Es el fin, todo ha acabado
Os miráis con espanto.
La máquina callada,
los puños apretados, pensando...
pensando.


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