Sunday, February 26, 2012

La virgen del Sagrado Corazón

La Virgen del Sagrado Corazón
Por: Darío Valle Risoto

Pedro conoció a Cecilia en el cumpleaños de Marta, esta era amiga de años antes cuando vivían en el mismo barrio y aunque Pedro se fue a España cuatro años y volvió para afincarse en el centro retomaron la amistad, allí en el cumpleaños número veintisiete de Marta conoció a esta muchacha de extraña belleza y abundantes y largos cabellos negros.
Pedro tenía veinticinco años y nunca había pensado tanto en una chica que apenas había visto, así que unos días después le confesó a Marta que se había quedado prendado de esa joven a la que apenas si había escuchado hablar, pero no había podido dejar de mirar gran parte de la noche de aquel cumpleaños.
Le gustó su delgada figura y la forma un tanto delicada de su rostro así como su piel desmesuradamente blanca como si fuera una porcelana china.
__ Cecilia es una muchacha rara, no te la recomiendo, aunque la conozco apenas del “Sagrado corazón” creo que vos te mereces una chica diferente.

Pedro no supo si estaba siendo halagado o se trataba de los tradicionales celos que las mujeres tienen para casi todo lo que las rodee pero en definitiva no perdía nada con conocerla amén de que aún recordaba algunos amores de Madrid que le habían dejado el coco lleno de recuerdos.
__ Pero bueno, te doy el teléfono, no le digas que yo te lo dí. ¿Al menos hablaste algo con ella en el cumple?

Le iba a pedir llamarla de allí mismo pero prefirió no demostrar demasiado interés aunque Marta continuó con una esquemática deducción de que esa muchacha no le era especialmente buena a él y eso que se habían dejado de ver lo suficiente como para que Pedro haya crecido, aún así se mantuvo en silencio.
__ Me parece que esa chica tiene algún problema, o es virgen o demasiado cristiana que es más o menos lo mismo, en el Sagrado Corazón se pasaba conversando con las monjas y fue la única a la que nunca le conocimos un novio y mira que habían muchas estrechas en ese colegio.
__ Bueno, yo mismo recién en España tuve mi primera relación y ya con veinte años, no todos tienen la misma suerte de comenzar jóvenes.
Marta era lo bastante atractiva con su cabello rubio y sus pecas de niña como para ensayar un mohín de lástima y acariciarle el mentón al muchacho como si se hubiera curado tardíamente de unas paperas indeseables.
__ ¡Pobrecito! ¡Y eso que todas estábamos calientes contigo en aquellos años!
__ Bueno, teníamos trece, catorce, aún éramos chicos.
__ Yo debuté con trece años con mi primo Alberto en la estancia de Minas, fue doloroso pero lo volvería a hacer sin lugar a dudas.
Pedro se limitó a sonreír y toser nervioso.

Y demoró dos días en buscar la excusa para llamar a una joven con la que apenas había cruzado un comentario sobre los saladitos en un cumpleaños dos semanas antes. Muchas fueron las ideas desde perfectamente ilógicas a totalmente descabelladas para llamarla hasta que resolvió lo que cualquier buen mortal en su insano juicio hace para llamar a una mujer: Hacerlo sin pensar en nada.
Le atendió una anciana de muy malos modales y tuvo que esperar largos y eternos cuatro minutos hasta que Cecilia llegó al teléfono, pero tuvo la grata sorpresa de que lo recordaba perfectamente, incluso su nombre.
__ Me gustaría verte pero no se si contás con tiempo, no te quiero importunar.
__ Te paso la dirección de casa, este domingo mis tías van a misa a las diez de la mañana, podes venir a eso de las diez y media, te espero, chau.

El silencio luego del clic del corte le hizo reparar en lo inusitado de la respuesta, el domingo siguiente luego de no poder dormir en toda la noche se puso un pantalón de vestir y una camisa nueva y trató de peinarse lo mejor posible sus cabellos ensortijados y tomó el colectivo hasta el barrio Peñarol.

Ella le abrió la puerta vestida con una T-Shirt amarilla sobre unos jeans gastados, le dio un beso helado en la mejilla y lo llevó de la mano al ático.
__ Mis tías vienen poco después de la una. __ Le dijo mientras se desnudaba bajo el resplandor del sol mañanero que entraba por una ventana pequeña.
__ ¿Trajiste condones? ___ Agregó, mientras Pedro asombrado se sacaba la camisa nueva y la tiraba sobre unas cajas cubiertas de polvo.

FIN

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