Wednesday, August 24, 2011

¿Quién determina el buen gusto?

¿Quién determina el buen gusto?
Por: Darío Valle Risoto


Vivimos ensayando para una obra que en realidad ya está en cartel y es nuestra vida, toda la coreografía se resume lo que nos rodea: gente por un lado y cosas varias por el otro.  

Me muestran las fotos de una linda chica que cumplió quince años posando como una trola argentina para las fotos de un álbum que supongo atesorará para cuando esté mayor y pueda enorgullecerse o avergonzarse de su juventud, quizás ¿Por qué no? Ambas.
Solo le falta el caño para completarla y tal vez un par de focos con luces y las fotos de los gordos mamados al final del cumple con las corbatas puestas como binchas bailando el merequetengue, con sus caras de abombados: mucha gente a eso le llama diversión y bien por ellos.

Por otro lado no he necesitado ser evangelista y ni siquiera cristiano para convencerme de que algunas cosas no me van y ni siquiera creo en mayor infierno que verme formando parte de alguna reunión decadente pero lo reconozco: Siempre fui un tipo raro.

Cierta vez a regañadientes fui a una comida de fin de año de la fábrica, hace como mil años, a eso de promediar el asado la mayoría estaban mamados y yo comencé recién a marearme un poco y seguí con coca cola hasta que me superaron los desmadres de mis compañeros que hasta contarlo me da vergüenza, a eso se le llama diversión y bien por ellos.

En otra ocasión, en otro trabajo hicimos un asado y todo el mundo se emborrachó menos yo y cometí el tremendo error de dejarme traer a mi casa en un automóvil con tres mamados, conductor incluido. No chocamos de pedo y me peleé con todos antes de bajarme a medio camino.
Conclusión: Soy un tipo raro.

Al otro día no se acordaban de nada pero de algo creo que si, porque se me fueron arrimando para sondearme por lo que había pasado, les dije que soy un verdadero imbécil por subir a un auto con tres pelotudos que sin mamarse son unos tarados y tras mucho vino aún peor, que me disculpen pero no se iba a repetir nunca más y así fue.
Creo que por eso tengo pocos amigos.

Voy al cumpleaños de la novia de un amigo, hace como mil años, cuando llego entro y están todos fumando marihuana en el cuarto de la piba, cuando pasan el pucho les digo que no, muchas gracias pero no fumo…
Uno de los pibes me pregunta si soy policía y un montón de boludeces mientras me mira con los ojitos chinos y vuelvo una vez más a sentirme extraño en tierra extraña, me voy gentilmente a la cocina y paso el resto de la noche conversando con unos viejos sobre mil cosas, nos contamos chistes y nos divertimos como locos, a la mañana mientras los pibes salían de fumarse media Jamaica vuelvo a mi barrio acompañado de mi amigo, el novio de la cumpleañera.
Me pregunta como la pasé y sinceramente le digo: magnífico, ¿Y vos?... claro que no se acordaba de nada.
El tema de la libertad es una cosa delicada, cada uno sabe lo que le cuesta alcanzarla siempre y cuando tenga la capacidad de decidir lo que quiere de la vida por si mismo, pero a la gran mayoría de la gente los lleva la corriente social que en el momento impere sobre su cabeza regulando sus actitudes y hasta su conducta en la vida.

Me parece curioso como los seres humanos vivimos presos de las rutinas y hasta divertirse se vuelve otra forma de esta, donde los parámetros están dictados por la costumbre y nos hacen partícipes de este tinglado donde a la mayoría les parece que excederse en varias cosas es parte del juego y si que lo es.

Pero tanto como somos “animales de costumbre” también tenemos la capacidad de elegir siempre y cuando nos la hayan enseñado desde muy pequeños, en mi caso siempre primó la búsqueda lo más objetiva posible de lo que quiero de mi vida dejando para un segundo plano lo que piensen mis semejantes, el ejemplo más claro me lo daba siempre mi padre, el me decía: Si por ejemplo varios amigos te retan a correr una carrera hasta la esquina, jugala si querés pero no porque te retaron o les tengas que caer bien por hacer lo que te dicen.

Eso me ha traído algunos problemillas en la vida pero puedo decir que me siento satisfecho de nunca haber hecho algo porque caía bien o me hacía popular si esto no iba conmigo, ni más ni menos.

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