Sunday, December 25, 2011

Gracias Superboy, Gracias. (Cuento)

Gracias Superboy, gracias
Por: Darío Valle Risoto


Salieron corriendo de la escuela, cuando se tienen nueve años y los espíritus ansiosos la campana del mediodía era el signo de la libertad y el quiosco del frente el cuerno de la abundancia Luís Alberto y Daniel corrieron cruzando la avenida 8 de Octubre y un par de autos les largaron sus bocinazos.
__ Llegaron…. ¡Llegaron! ___Gritó Daniel observando las revistas relucientes y con olor a papel y tinta nuevos colgando de palillos sabiamente ordenadas por el quiosquero. Abajo las de vaqueros, en medio las de chistes y en la fila superior las de Superhéroes.
Luís Alberto se quedó extasiado mirando las tapas con el triángulo de la editorial Novaro. Daniel metió su mano frenética en el bolsillo de la túnica buscando el dinero mientras apretaba entre sus piernas la cartera con los cuadernos y lápices.
__ ¡Una de la Legión de Superhéroes! __Gritó Alberto con su rostro regordete y sus clásicas manchas de vitíligo debajo de los ojos. __ ¿La vas a llevar?
__ No, mira hay una nueva de Superman con Batman. Me la llevo.
__ Ciento veinte pesos.
No le alcanzaba para otra pero igual se retiraron ansiosos repasando la revista con ojos desbordados de interés por recorrer cada cuadradito, cada rectángulo sabiamente dibujado y mejor guionado por los magos del cómic.
Volvieron a cruzar la calle casi sin mirar y caminaron por Carlos Crocker rumbo a casa, Luís Alberto debía ir por Rousseau para el otro lado y por lo tanto su amigo lo dejó mirar la revista lo más posible.
__ ¡Dame la revista o les rompemos la cabeza!
Era una voz conocida, nunca falta en ningún barrio el malencarado pequeño delincuente que se sirve de su falta de miedo y de su liderazgo para molestar a los niños más tranquilos. Le decían “Baby” y era morochito con mala cara y la túnica gris de sucia. Olía a transpiración y tenía los dientes puntiagudos como un perro. Todos le tenían miedo.
A Daniel se le hizo un nudo en la garganta y una bola de piedra le apareció en el estómago. Luís Alberto le dio su revista y lo miró con esa mirada de los que están a punto de morir.
__ ¡No te damos nada! ___Gritó Daniel y sin saber como empujó a su obeso amigo a correr metiéndose ambos en el terreno de la fábrica textil, su casa estaba a una cuadra y seguro no iban a llegar por la vereda pero talvez tomando el atajo del campito pudieran hacerlo.
A su alrededor caían piedras y cascotes, una de ellas le pegó a Luís Alberto en la espalda, sudaba y comenzaba a lagrimear cuando se apoyaron en un árbol para ver si estaban cerca o lejos. Eran cuatro, todos conocidos delincuentes escolares del turno de la tarde. Se habían rateado como la mayoría de las veces que se ocupaban de robarles a los de la mañana.
Pese a todo Daniel guardó la revista dentro de la cartera entre el cuaderno de Gramática y el de Matemáticas, entonces sacó el compás y lo abrió enarbolando la punta en dirección al Baby.
__ ¡No te damos nada negro de mierda, vení y te saco un ojo! ___ Gritó con voz temblorosa mientras Luís Alberto comenzaba a tener un ataque de asma.
A unos treinta metros el cuarteto de desarreglados escolares titubeó un poco, el Baby se agachó y siguió tirándoles piedras, los otros hicieron lo mismo.
__ Da…, dales la revista Daniel, capaz que no nos pegan si se la damos.
Los chicos comenzaban a acercarse peligrosamente mientras las piedras rebotaban contra el árbol o caían cerca de sus pies. Luís Alberto ya con una crisis asmática miraba a su amigo como una gallina a punto de poner un huevo.
No supieron como pero el Baby de pronto estaba sudoroso y con olor a mugre frente a ellos, los otros les rodearon riéndose de Luís Alberto que apoyado sobre sus piernas gemía por la falta de aire y el terror.
__ Ahora me voy a llevar las carteras de los dos. ___Sonrió El Baby.

En ese momento todos escucharon una voz firme de más atrás que se sobrepuso a los lloriqueos del chico más gordo y a las amenazas de destrucción y muerte de los pequeños delincuentes.
__ Déjenlos tranquilos y váyanse de acá.
Era el chico nuevo, el que había venido del extranjero a estudiar al Uruguay, con unos doce años era más alto que los de su edad y siempre llevaba unos raros lentes de armazón de carey oscuro.
__ Vos no te metás porque también cobrás. ___Le dijo el Baby mirándolo como si se lo pudiera tragar.
Eran cuatro y no supieron como, eran cuatro gurises acostumbrados a pelear como perros, patoteros y sin miedo enfrentados a dos chicos por una revista que de pronto encontraron a un tercero que vestido en forma prolija y llevando lentes había dejado sus útiles a un costado y les miraba con las manos apoyadas en las caderas.
El Baby saltó sin avisar apretando una piedra en la mano, los otros quisieron golpearlo también pero cuando creían estar encima del nuevo este ya no estaba. Dos segundos después todos, los cuatro, todos incluido el terrible Baby comían tierra caídos como muñecos de trapo.
__ Pero…
Daniel sacudió a Luís Alberto que tenía los ojos cerrados, en unos escasos dos segundos el nuevo había dejado por tierra los afanes delictivos del Baby y su pandilla.
Entonces llegó a ellos sostenido sus lentes sobre la nariz delgada.
__ No le cuenten a nadie por favor.
__ Gracias.
Caminó hasta el Baby que había perdido los dos dientes de adelante y ahora tenía el aspecto aún más rotozo que de costumbre y lo levantó del piso como si no pesara nada, nadita. Lo miró a los ojos y lo volvió a soltar con tanta fuerza que una nube de polvo los cubrió a los dos.
Y de pronto el nuevo ya no estaba allí.

Al día siguiente Daniel asisitó a clase de quinto año escolar y tuvieron inspección, felizmente había hecho los deberes pero algo inusitado sucedió cuando la inspectora felicitó a la maestra en voz alta por haber recibido al estudiante de intercambio de los Estados Unidos en su casa.
__ Y espero que todos reciban al nuevo alumno por estos tres meses que estará entre nosotros como uno más.
Daniel levantó la mano.
__ ¿Cómo se llama el nuevo?
La inspectora miró su carpeta.
__ Kent, Clark Kent, de Kansas en los Estados Unidos.
A Daniel el volvió la piedra al estómago y en ese momento recordó que aún tenía la revista de Superman y Batman entre el cuaderno de Gramática y el de Matemáticas.

Fin

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