Saturday, February 6, 2010

H.D.P.

H.D.P.
El ilustre Dr. Filkenstein nos acaba de enviar este relato en que apuesto mis tierras (Las de las macetas) a que es producto de su vida aventurera y locuaz.

Este relato es para todos aquellos que ocasionalmente han tenido un mal día y han necesitado desquitarse con alguien.

Estaba sentado en mi escritorio cuando efectué una llamada telefónica y me contestó un tipo de mal genio.
- ¡Hola!
- Buenas,
¿podría hablar con Luís González?, le dije
- ¡No aquí no vive nadie con ese nombre, pelotudo aprendé a llamar por teléfono! Y me colgó el teléfono de la manera más grosera. Resulta ser que había marcado un número equivocado, por lo que procedí a llamar al teléfono correcto. Después de colgar, observé el número de teléfono errado en mi escritorio y decidí llamar a ese número de nuevo.
Me contestó la misma persona que me había insultado, así que le dije:
- Usted es un hijo de puta.
Y colgué. Inmediatamente anoté ese número en mi agenda y le puse al lado la palabra HIJO DE PUTA .
Cada semana, cuando tenía alguna problema o estaba de mal humor, llamaba al tipo y cuando me contestaba, le decía ¡Usted es un hijo de puta!
Esto me hacia sentir mucho mejor; pero al tiempo me acordé del servicio de identificación de llamadas de Antel, por lo cual dejé de llamar por unos días al muy hijo de puta.
Un día, se me ocurrió lo siguiente:
Marqué su número telefónico y cuando contestó le respondí:
- Buenas tardes, le llamo del departamento de ventas de Antel para saber sí conoce el servicio de identificación de llamadas...
- No, y no tengo interés no me moleste más. Me contestó el tipo
Un día estaba en el Shopping Punta Carretas esperando que saliera una señora para estacionar el auto en el lugar que ella desocupaba. Resulta que cuando la señora salió vino un tipo manejando un Renault Clío azul y se metió. Le toqué bocina, pero nada: el tipo simplemente se bajó del auto y se fue para el Shopping ignorándome por completo. Ante esa actitud pensé: ese tipo también es un hijo de puta. Fue ahí cuando noté que en su auto había un letrero que decía: SE VENDE. NTERESADOS LLAMAR AL TELÉFONO 619 4242 Anoté los datos y al llegar a casa lo llamé.
- ¿Si, hablo, con el señor del Renault Clío azul que está en venta?
- Sí, habla con él. ¿Podría decirme dónde puedo ver bien el auto?
- Sí, claro. Vivo en Malvín, en la calle Verdi Nº1126 . Es una casa
amarilla y el auto está estacionado al frente de la casa. Mi nombre es Eduardo García y me puede encontrar en casa después de las 6 de la tarde.
- Gracias, le dije, ¿Puedo decirle algo Eduardo?
- Sí, como no.
- Eduardo, usted es un reverendo hijo de puta, y le colgué.
Bueno, a partir de ese día ya tenía a dos hijos de putas a quienes llamar.
Después de un tiempo llamando alternadamente a ambos, la cosa se puso aburrida, por lo cual decidí hacerla más divertida y se me ocurrió lo siguiente:
Llamé al hijo de puta Nº 1 (el tipo grosero)
- Hola
-¿Hablo con el hijo de puta?, y esta vez no colgué
-¿Estás ahí? A ver si dejás de llamarme, malparido.
-Pues no me cantan las pelotas.
El tipo me preguntó entonces con tono suave:
-¿Cómo te llamás?
- Eduardo García, le dije
¿Y dónde vivís, Eduardo?
- En Malvín, en la calle Verdi Nº1126 , en una casa amarilla donde tengo un Renault Clío azul estacionado en la puerta.
¡En menos de una hora estoy allá para recagarte a trompadas, soretón!
- ¡Uy sí, estoy cagado de miedo! ¡Hijo de puta! ¡Hiiijo de tres mil putaaas!, y le colgué
Después de eso llamé al hijo de puta Nº2 (el del auto) y cuando contestó le dije:
- ¡Mirá que sos hijo de puta!
- ¡Puto, si te llego a encontrar, te voy a romper la cara y todos los huesos!, me dijo.
- ¿Ah, sí? ¿Con que sos valiente? Pues te voy a dar la oportunidad porque en menos de una hora estoy en tu casa para estropearte la jeta, hijo de mil putas a ver que me vas a hacer.
Enseguida llamé al 911 y les dije que iba para Malvín, a la calle Verdi Nº1126 a matar a mi novio gay porque me dejó por otro hombre.
Después llamé a un canal de televisión para avisar que la policía había encontrado un depósito de drogas en Malvín, en la calle Verdi Nº1126 .
Por supuesto, me fui para ahí a disfrutar del espectáculo: unos seis patrulleros rodeando la casa, dos tipos recagándose a piñas en plena calle, la policía tratando de separarlos y las cámaras de televisión reportando una disputa pasional entre dos traficantes de drogas putos.
¿Qué les parece? ¿No es esto ser un verdadero hijo de puta?

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